miércoles, 7 de octubre de 2009


El patrimonio es el legado que recibimos del pasado, lo que vivimos en el presente y lo que transmitimos a las futuras generaciones.
Nuestro patrimonio cultural y natural son fuentes insustituibles de vida e inspiración, nuestra piedra de toque, nuestros puntos de referencia, nuestra identidad.
¿Cuáles son las razones por las que podemos estar orgullosos de ser santiagueños?
Sin duda, hay muchas: el sol radiante de cada mañana, el calor del verano, la primavera, el otoño y hasta, los muchos días del invierno; la música que nos identifica; esa siesta tan nuestra por la cual somos centro de bromas; la tranquilidad de nuestras calles y tantas cosas más.
Pero quizás el principal motivo radique en nuestra gente, no sólo la de la capital, sino la de toda la provincia, que sabe ser amiga de todo el mundo, que es solidaria con sus vecinos y se siente honrada de tener coterráneos ilustres. Como muestra, sólo algunos nombres que representan este sano orgullo: la hermana Elena Albarracín, que se crió en Frías y a quien todo el país conoció hace unos años por su labor humanitaria en los lugares más olvidados del continente africano o Peteco Carabajal que se pasea por los escenarios más importantes del país, mezclado con los grandes de la música nacional o los Manseros Santiagueños, o los Hermanos Ábalos, Horacio Banegas y tantos otros que llevan nuestra música a todas partes. Si nos remontamos en en el tiempo encontramos personajes que no se pueden olvidar, llámense Ramón Carrillo, Bernardo Canal Feijoo u Orestes Di Lullo, un adelantado a su época, y quien quizás mejor supo retratar al santiagueño a través de sus escritos.
Somos diferentes
No hay caso, ésta es una tierra que "en el pecho se siente". Basta con ver la cantidad de santiagueños que cada año vuelven llenos de nostalgia a encontrarse con sus amigos y familiares, para entender aquellas célebres estrofas de Leo Dan, que alguna vez cantamos todos: "...y pienso en Santiago queriendo volver".
"Habitamos la ciudad del Sol, la primogénita de la conquista americana" decía Sara Díaz de Raed y agregaba: "sólo debe iluminarse por la acción de hombres buenos, sanos y generosos".
Aquí estuvo la primera diócesis y la primera casa de estudios superiores del país. De aquí salieron miles de familias que hoy pueblan toda la Argentina y con su trabajo contribuyeron a su engrandecimiento.
Están lejos, pero nunca dejan de ser santiagueños, porque en las calles de tierra de nuestros barrios, en las plazas y veredas del centro, en las aguas del Río Dulce o en los pasillos del mercado Armonía, dejaron parte de su corazón.
Y si usted no es santiagueño, perdone la falta de modestia y siéntase invitado a visitarnos y a aprender los nuevos cursos avanzados de español y verá que es cierto eso de "entre a mi pago sin golpear" que inmortalizara la chacarera de Pablo Trullenque y Carlos Carabajal.



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