"COMO HABLA EL SANTIAGUEÑO"
En la región santiagueña se habla correctamente el español, se utilizan vocablos auténticamente castizos -muchos de ellos ya caídos en desuso en otras zonas del mundos hispánico- y se pronuncia bien el castellano, a punto tal que es concepto generalizado que quien mejor habla el español en nuestro país es el santiagueño.
El santiagueño habla, siente, canta y vive la lengua española, enriquecida por el aporte de idiomas aborígenes de América, de manera predominate del quichua.
Dentro de la forma de hablar del hombre argentino, el oriundo de Santiago del Estero tiene una serie de particularidades que le confieren una fisonomía propia y distintiva. Las particularidades más salientes del habla santiagueña son: las voces empleadas y la tonada, que es diferente de cuantas hay en el país.
Rasgos fonéticos: en nuestra región, al igual que en gran parte de América, existe el seseo, que consiste en reducir las formaciones ce, ci, za, ze, zi, zo y zu al sonido de la s, letra que en Santiago del Estero se pronuncia de manera muy particular. Sí, la s santiagueña es muy tensa, arrastrada, sibilante. De ahí es que en casi todo el país, dicen, apropiadamente, "santiagueño puras eses".
Rasgos morfológicos: en la región santiagueña existe el voseo, costumbre idiomática casi generalizada en América, que aquí consiste solamente en el reemplazo del pronombre personal tu por vos, ya que el verbo se emplea correctamente. En efecto, nuestro hablante dice: vos tienes, en lugar del correcto tú tienes; vos quieres por tú quieres.
Rasgos semánticos: el aspecto semántico es, quizás, el más importante en el aspecto familiar, oral o coloquial del hablante santiagueño. Esos rasgos semánticos dan al habla regional una peculiaridad distintiva, y constituyen la más saliente y notable en la fisonomía idiomática del santiagueño. Son tan importantes los rasgos semánticos del habla de la región, que en la última edición del diccionario de la Real Academia Española (1984) han sido incorporados 105 vocablos que nosotros propusimos, muchos de los cuales son propios del santiagueño. También merece ser considerada por la alta corporación que rige nuestra lengua, meta, todo un adverbio de afirmación, que es de utilización muy corriente en nuestra zona, a punto tal que se convirtió en una de las peculiaridades idiomáticas del santiagueño. Veamos un ejemplo:
- ¿Vamos a pescar?
-¡Meta!
Primera preparación: 1 kg. de grasa de vaca, 1 kg. de cebolla blanca, 1 cucharada de pimentón, 1 cucharada de ají picante molido, sal.
Segunda preparación: 1 kg. de carnaza tierna, sin venas, sal, comino molido, 1 cucharada de vinagre, 1 cucharadita de ají picante molido.
Tercera preparación: 1 kg. de harina, 300 gr. de grasa de vaca, agua, 1 cucharada de sal fina.
Varios: 5 huevos duros, 150 gr. de pasa de uva (opcional).
Primera preparación: cocinar la cebolla picada en la grasa y antes que se dore agregarle el pimentón, el ají, una cucharada de agua y sal; dejar hervir un minuto, retirar y dejar enfriar.
Segunda preparación: cortar en pequeños daditos la carnaza tierna y pasarla rápidamente por agua hirviendo y desparramarla para que se enfrie. Una vez casi fría se condimenta con sal, comino molido, vinagre y ají picante molido.
Tercera preparación: poner en la mesa, en forma de corona la harina de muy buena clase, en el medio agregarle la grasa de vaca y agua con sal, teniendo cuidado de no salarla demasiado; formar una masa algo dura y dejarla descansar cuarto de hora tapada con una servilleta, sobarla bien después, cortar en pedacitos, formar unos bollitos, dejarlos descansar, estirarlos dandole forma redonda, y dejarlos algo finos.
Una vez todo listo preparar también los huevos duros y a las pasas de uva a las que se habrá quitado la semilla.
Poner encima de cada de masa una cucharada bien llena de carne, encima una cucharada de salsa, después un poco de huevo duro picado y las pasas de uva; humedecer los bordes y formar la empanada, haciendole el repulgo.
Acomodarlas en una mesa espolvoreada apenas con harina y cubrirlas con un mantelito.
Hornearlas en horno bien caliente; lo máximo que deben estar en el horno son 12 minutos; antes de ponerla a cocinar se les da dos pinchazos en la parte superior.
"EL LOCRO"
Suculento, gordo, sabroso, nutritivo, el locro de maiz (hay locro de trigo y un anchi-locro de maiz tostado), merece un párrafo especial en esta miscelánea, no sólo por su difución, sino, y sobre todo, por su alto valor alimenticio y su tradicion indiana.
El locro se prepara de la siguiente forma: después de humedecer con agua el maíz blanco o amarillo estacionado, se lo muele en un mortero. Se desprende, así, su cutícula, y cuando ha quedado perfectamente limpido, se lo pone en remojo 8 o 10 horas. Luego se hierve el maíz con agua y sal, y se le agrega carne de vaca, tripa, ocoti, cebolla, anco, batata, chorizos. La cocción dura de 4 a 5 horas, y caundo ha espesado lo suficiente, se sirve añadiéndole grasa frita con pimentón y ají.
"EL CHIPACO"
Tiene forma de torta, de 25 centímetros de diámetro, el chipaco ofrece la característica de su corteza morena y dorada, muy quebradiza por la cantidad de grasa y chicharrón molido con que se amasa la harina de semita, mezclada previamente con la levadura y la sal.
Formados los chipacos, luego del tiempo suficiente que se dejan a leudar, se cuecen al horno.
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